Admito que una de mis pasiones es escuchar las diferentes emisoras locales que dedican su tiempo maravilloso a contar todo lo que hacen los equipos de sus pueblo o ciudades como si se tratara de la final de la Champions. Les aplaudo y les admiro ya que no es fácil ejercer nuestra profesión en tu propia casa. Lo he hecho muchísimos años y es una tarea gratificante. Lo malo es que, a veces, te encuentras con personajes a los que te gustaría taparles la boca por una simple cuestión de amistad o de buena armonía.
¿Por qué escribo este rollo? Porque ya van varias veces que escucho ‘mi’ Radio L’Hospitalet y aparece el mismo personaje en la antena de Jordi Mélich, un tipo que se permite censurar a su equipo en el descanso –hasta puedo estar de acuerdo con sus afirmaciones sobre la marcha del Hospi esta segunda vuelta- y luego volver a coger la alcachofa para decir lo contento que está y lo que ha sufrido con la clasificación.
Ese directivo (Ballester) debería saber que la incontinencia verbal pasa factura aunque sólo te escuche uno, dos o un millón de oyentes. Si le ponen las palabras del descanso a las del final, el susodicho se taparía un poco, por lo que, más vale que, cuando Mélich, se le aproxime, o piense lo que va a decir (es lo mejor) o se tape.