No me apetecía demasiado enfangarme en la eterna polémica arbitral en la que se encuentra inmerso el Comité Catalán. Me parece demasiado serio como para que analfabetos como yo –lo admito- nos metamos a opinar, lo que pasa es que, cuando me hablan de personas como Abel Cabrerizo o Manuel Medina, siento que mi rebeldía tiene que ser pública. No tengo el placer de conocer ni a uno ni a otro aunque con Abel sí que he podido charlar alguna vez. Lo que me da asco, y no entiendo a los árbitros catalanes, es que la dictadura de los ‘demócratas’ se imponga en pleno siglo XXI.
La llegada del señor Xavi Moreno, un bancario que dedica sus ratos libres remunerados a ocupar la silla que le ha regalado Josep Llaó, se está convirtiendo en la mayor vergüenza para el arbitraje catalán. Ni una sola palabra. Ni un solo gesto. Si le das la razón, siempre tiene una buena palabra, pero, como dice aquél, ni una buena acción. El vicepresidente-heredero, Andreu Subíes, con quien me unen más puntos a favor que en contra, sufre un arrebato de poderío y condiciona la continuidad de Cabrerizo. O Abel o él y el presidente-digital, no elegido por los suyos –vergüenza me daría- calla, se esconde, no tiene lo que hay que tener para mantener un cara a cara y darle explicaciones a los suyos.
¿Este tipo es el que luego les tiene que defender cuando algún presidente impresentable les pone a parir? ¿Este es el que pone firmes a los clubs cuando calientan a alguno de los suyos? Eso sí, hay que insistirle a sus árbitros que paguen pronto porque ese 20% es supernecesario y, más ahora, con la crisis. Por cierto, también vendría de maravillas que diera su cara para explicar qué pasa con todo ese dinero que entra en el comité. ¿Qué pasa con esos cientos de euros, compañero bancario?
Bueno, que me descentro. Tragar, ‘bajarte los pantalones’ y aceptar la imposición de Subíes es sólo producto de una presidencia cobarde que se aferra a su silla porque no tiene otra cosa. Si usted sale públicamente y dice que se ha cargado a este delegado y al otro porque no le gustan o lo hacen mal, sería discutible, pero sería una razón, pero, cuando uno traga y no escupe, malo, muy malo.
Claro que si su ‘jefe’ Casals no da la cara –sólo en los medios ex subvencionados (de eso ya hablaremos otro día)-, si Subíes tampoco dice ni ‘mú’, si Llaó prefiere esconderse -¡quién te ha visto y quién te ve!- y todos se contagian ¿por qué tiene que hablar Moreno? Da todo igual. Se pone el traje de ‘demócrata’ y a cobrar, sí a cobrar, y a ir al palco del Camp Nou para que vean lo importante que eres. Se olvida Moreno que, cuando toque (que le tocará), le darán una patada en el culo y se irá a su casa con la cabeza en los pies y sin poder mirar a la cara a los suyos