Tengo que admitir que Manuel Maniega jamás me ha insuflado confianza. Seguro que por mi culpa ya que ni me ha hecho nada ni jamás ha tenido una mala acción sino todo lo contrario. Lo que pasa es que, personalmente, jamás he visto a un político al frente de una entidad deportiva y este hombre pasó por el Ayuntamiento de la ciudad sin que se le conozcan mayores méritos deportivos.
Sea como fuere llegó al primer equipo de la ciudad –siempre nos acordaremos del histórico Ródenas- y sólo ha habido problemas económicos. Gracias puede dar Maniega de haber contado con un entrenador impresionante, más persona que técnico, como es Toni Llebaría y de haber contado con una plantilla razonable. No se trata de llevar a nadie a la hoguera pero duele leer a Llebaría. “Lamento que los capitanes Gimeno, Quino y Piti no les haya ofrecido seguir después de que le han parado mil golpes al presidente. Yo no quería ser el primero en abandonar el barco, pero si el presidente ha decidido iniciar un proyecto, como parece el tema económico y tampoco contar con jugadores que han dado tanto a este club, que no cuente conmigo”.
Esas palabras del misericordioso Llebaría tendrían que poner a Maniega en la calle previo pago de las mensualidades pendientes y de unas primas de la temporada anterior sonrojantes. Si Maniega no paga, el Gavà tiene que ir a tercera territorial y prohibirle a su señor presidente ejercer cualquier cargo deportivo. No digo público porque no nos corresponde. Y, si culmina su nefasta presidencia, entregando el club a una agencia de intermediación de futbolistas ya es para que el alcalde se lo haga mirar. Está claro que cuando el insigne gerente de la Fundació de la Federació repartió cursillos para dirigentes, Maniega se saltó la clase.