dimecres, 1 de desembre del 2010

La ceremonia de la confusión


Este pasado martes acudió Sandro Rosell y su junta a la calle sicilia. Iban precavidos y ya hartos de escuchar las peticiones económicas de un presidente que se arrodilló ante Joan Laporta, hizo campaña porque venía el ‘lobo’ Rosell, dijo a los suyos en la última junta que todo lo tenía controlado y ahora se encuentra sin 750.000 euros claves y que ponen en situación crítica las arcas de una Federació que va a la deriva.

Claro que el todopoderoso hombre de los milagros, Lluís Carrasco, tiene un montón de patrocinadores en su cajón. De hecho, hay una compañia de aguas que aportarán… ¿recuerdan el cuento del agua que contaron en la Asamblea? ¿Se habrán ahogado?

Bueno. Llegó el martes. Se desplazó Rosell y su junta y Casals obtuvo esa foto tan deseada como engañosa aunque a estas alturas ya no engaña a nadie. Lástima que algunos medios de comunicación no se enteren de la película. Tampoco es culpa suya/nuestra ya que esta FCF sigue inmersa en una cobardía mediática impresionante e indigna de su responsable, Carles Doménech. Le dije, ya que no soy nadie para aconsejarle, que se fuera, que no le hace falta ese miserable dinero que le echan a la cara, una y otra vez, quien le paga, pero no hace caso. Ni su colaboración con el maestro Puyal ni su responsabilidad en la DAMM es suficiente sino que quiere más aunque sea haciendo el ridículo.

Porque ridículo es, mi querido amigo, que acudan tres medios de comunicación, TRES, a la calle siclia a la visita de Rosell (no a verle la cara a tu presidente) y ni se les permita un turno de preguntas con los dos presidentes. Incluso hubo quien dijo que Sandro Rosell estaba en la FCF porque lo había pedido el presidente barcelonista. Hay que ser torpe, torpe y tener varias recaidas en esa torpeza. “Es un acto privado” también se escuchó en la FCF cuando lo cierto es que era un ‘pesebre’ que sólo buscaba la foto con Rosell, que obtuvo a medidas (¿no se dineron la mano?) y digo a medias ya que lo más importante era conocido.

Lo sabían todos aunque se dejaron engañar por un presidente que ya no engaña a nadie. Dijo Casals a los suyos que los 750.000 euros se cobrarían y el mandatario azulgrana les volvió a insitir que ni un solo euro. Lo dijo con clase, con categoría, con ‘savoir faire’, pero ni un euro. No lo digo yo sino que lo dijo Rosell.

Lo único que le pediría a algunos compañeros es que repasen sus titulares y rebusquen en sus archivos cuando hablaban sobre el Torneig de Nacions o sobre las ‘costelladas’ de Navidad o sobre una Copa Catalunya vergonzante y vergonzosa o sobre la operación-China, por ejemplo. Vivir eternamente en un clima de confusión sólo permite estar en un estado de engaño durante un tiempo limitado. Todo tiene su tiempo de caducidad y, aunque las cuentas siempre se maquillan, seguro que Casals, Subíes y todos quienes corrieron para hacerse la foto con Rosell a la calle sicilia pagarán a escote cualquier déficit que se produzca.