El oficio de ser alcalde tiene que ser muy duro. Es más, durísimo. Lo que hay que tragar y soportar. Lo digo por esa maravillosa alcaldesa que tiene mi estimada L’Hospitalet. He visto pocas veces a Nùria Marín en el palco de La Feixa Llarga aunque seguro que va cada domingo. Seguro. Pero este miércoles ha dado un paso atrás importante que seguro no le costará un voto sino que pagará mucho más.
Una de dos: o la señora alcaldesa no se entera de la ‘movida’ que tiene la junta directiva del CE L’Hospitalet con el presidente, no contra la Federació, sino con el presidente de la Federació o, lo que es peor, lo sabe todo y se posiciona a favor de un señor (Casals) que ha despreciado en varias ocasiones -DESPRECIADO, alcaldesa- a la ciudad que usted dirige. Si estamos en el segundo caso sólo queda que mañana jueves la señora alcaldesa llame a capítulo a Miguel García y le invite a presentar la dimisión ya que el club siempre había mantenido una estrechísima relación con el Consistorio. No es la misma que se vivió con Celestino Corbacho, pero aún recuerdo como la querida alcaldesa ¿pagó? su entrada para ver un partido de promoción.
Bueno: ¡a ver qué pasa! También sería un buen momento para que el propio Garcia diera un paso adelante y le entregara las llaves del club a Nùria Marín. En cualquier caso, estimada alcaldesa, ha sido y es un ridículo espectacular y, como hospitalense, siento el deber de decírselo con todo respeto y máxima educación. Verle hablar en el palco con Jordi Casals me producía... prefiero no decírselo. Querida alcaldesa, esta noche perdió una gran oportunidad para quedarse en su casa
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