Me ha costado mucho escribir este
texto. Sé que quien entre y lo lea puede decir que le importan muy poco mis
dudas delante del ordenador aunque lo mejor que puede hacer es no pasar de esta
línea. Me cuesta hablar de ‘mi’ Hospi al que siempre me he visto obligado a
enjuiciar desde un punto de vista profesional pues soy de los que creía que un
periodista no ha de hacer bandera con sus sentimientos. Admito que
desde hace algunos años superé esa fase y, si hay que dar cuenta de mis
colores, grito ‘Hospi’ con orgullo. El club de toda mi vida, el equipo que
justifica muchísimos actos en mi vida, y ya llevo muchos sumados (años), está
‘tocado’ de verdad, pero no es ‘el fin del mundo’ para el Hospi, por supuesto.
Como
quiera que nunca he sido socio ni lo soy, no voy a pedir que dimita nadie.
Sería demasiado fácil. Apuntar al presidente, Miguel García o a la alcaldesa,
Nùria Marín, es tan fácil como acusar/censurar/criticar/menospreciar
a los hospitalenses a los que no les apetece ir a La Feixa Larga ,. Sí que me
gustaría equivocarme cuando imagino lo que diría García de un dirigente
deportivo o político que está cerca de los 20 años en la misma silla. No tendría
ningún problema en decirle que se fuera si fuera lo mejor para el
Hospi. Profesionalmente, no debo ni personalmente, puedo. Quizá sea una solución, pero lo que dudo es que fuera la única. Además,
¿es Garcia ahora diferente al de hace cinco, diez, quince o veinte años?
Personalmente, creo que no aunque me gustaría mucho que quien contestara a estas
preguntas fuera la señora alcaldesa quien vio “un gran ambiente” en
el campo.
Lo que no dijo Marín es el color que tenía la mayoría visitante.
Intentaremos preguntar a la alcaldesa de mi ciudad donde ya no vivo, pero amo,
si lo mejor es que se vaya el sr García o que siga, si le preocupa la carrera
política de un presidente al que se le puede criticar todo menos la lealtad.
Una de las mejores decisiones que ha tomado en su vida (opiniones y más
opiniones) fue dejar el Partido Socialista. ¡Sólo las ratas......!
No es el caso y no lo veo así. Me alegró que
Garcia se fuera del PSC a la vez que me deja indiferente que esté en Ciutadans
o en el Partido del Llobregat. Lo que sé es que la ciudad puede ganar con su
concurso político. Se acabó el rodillo
socialista en L’H y se tiene que abrir un nuevo panorama. Ya sería hora de la
misma manera que iría bien renovar a la eterna oposición (las mismas caras).
Vuelvo. Me he ido del verdadero objetivo de
este rollo entre romántico y realista de un Hospi que se hizo pedazos este
pasado domingo. Lo más fácil es criticar a quien no va. Creo que sería más
positivo aplaudir a los que se molestaron en hacerlo para aplaudir a un equipo
sensacional que acarició la perfección. A la hora de la verdad falló aunque lo
dieron todo como lo DIERON los 500, 700 o 1000 seguidores que se creyeron una
remontada tan complicada como saber las recaudaciones de los tres partidos de
la promoción o, más fácil,. tan complicada como saber la cantidad de
espectadores que fueron a la casa franquirroja.
Lo peor pasó en el campo, sin duda. Todo lo
demás llega después como el triste espectáculo de la zona de prensa o las palabras
del gran Miguel Álvarez con quien sólo disiento en una cosa porque lo mejor no
son los jugadores, amigo, lo mejor es la afición. 100, 200, 300 o 3.000, pero
los mejores. Otra cosa somos los hospitalenses. La sexta ciudad de España
merece estar en primera división, segunda o en Tercera Catalana, pero la
realidad actual se inició con la fusión en 1957.
La misma realidad
con la que la señora alcaldesa podría explicarnos la razón que le lleva a
subvencionar, en gran parte, al primer club de la ciudad que tiene menos socios
que muchos otros clubs de esta grandiosa villa. Quizá la señora alcaldesa
podría explicar por qué la mayoría de los presidentes de los clubs de la ciudad
miran al Hospi con recelo y antipatía. Quizá la señora alcaldesa podría
contestar, mientras medita por “el buen ambiente del campo” y la nutrida
representación política en el palco (goleó Ciutadans), por qué no se atreven
a decir públicamente todo lo que, en privado, afirman del presidente García.
Ese podría ser un primer paso para levantar el
vuelo. Después nos vamos a los colegios, intentamos animar a las grandes
empresas de la ciudad aunque tengan otros problemas más serios entre manos e
intentamos levantar una entidad maravillosa que queda muy ‘tocada’