dilluns, 23 de setembre del 2013

El Reus Deportiu de Joan Oliver sólo tiene promesas

El aterrizaje en el Reus Deportiu del ex director general del FC Barcelona, Joan Oliver, suena angelical, generoso y salvador. Quizá demasiado en estos tiempos de crisis aguda e insuperable para un club tan modesto, con una base social de apenas 400 afiliados y ahora condenado a reiniciar el camino de regreso hacia otra conversión en SAD, de donde venía escaldado y adeudado.

Nada tiene sentido en esta historia, menos aún el liderazgo de un personaje que como gestor y primer responsable ejecutivo del Barça consintió una escandalosa escabechina financiera en un mundo de excesos y descontrol donde los directivos y según qué empleados podían tirar de tarjeta visa del club sin dar explicaciones e incluso sin presentar justificantes ni facturas.

A sus órdenes el Barça cerró con más de 80 millones de déficit y presentó ante los medios unos números sin auditar en un acto profesionalmente vergonzoso. Además, un juez lo ha imputado por que era él quien visaba los pagos a Método 3, gastos que podrían ser considerados delito si prospera la querella en curso. Joan Oliver se marchó del club, no obstante, habiéndose autoliquidado con una generosa indemnización.

Veremos el final, pero de entrada hay poner en cuarentena y bajo la lupa su voluntad de ayudar al Reus Deportiu a convertirse en un grande del fútbol catalán y su promesa de invertir 500.000 euros en el club, algo que, de momento, es sólo eso, una promesa. Lo único seguro es que muy pronto los socios del Reus Deportiu dejarán de ser sus propietarios, eso sí es real.

FIRMA INVITADA: Francesc Perarnau (Periodista, Subdirector Mundo Deportivo)