Nada tiene sentido en esta historia, menos aún
el liderazgo de un personaje que como gestor y primer responsable ejecutivo del
Barça consintió una escandalosa escabechina financiera en un mundo de excesos y
descontrol donde los directivos y según qué empleados podían tirar de tarjeta
visa del club sin dar explicaciones e incluso sin presentar justificantes ni
facturas.
A sus órdenes el Barça cerró con más de 80
millones de déficit y presentó ante los medios unos números sin auditar en un
acto profesionalmente vergonzoso. Además, un juez lo ha imputado por que era él
quien visaba los pagos a Método 3, gastos que podrían ser considerados delito
si prospera la querella en curso. Joan Oliver se marchó del club, no obstante,
habiéndose autoliquidado con una generosa indemnización.
Veremos el final, pero de entrada hay poner
en cuarentena y bajo la lupa su voluntad de ayudar al Reus Deportiu a convertirse en un
grande del fútbol catalán y su promesa de invertir 500.000 euros en el club, algo
que, de momento, es sólo eso, una promesa. Lo único seguro es que muy pronto
los socios del Reus Deportiu dejarán de ser sus propietarios, eso sí es real.
FIRMA INVITADA: Francesc Perarnau (Periodista, Subdirector Mundo Deportivo)