No me gusta meterme con los empleados de ninguna organización. Bastante tenemos ya con aguantar a según que jefes como para tener que soportar críticas externas. La llegada de Ricard Campoy a la Federació Catalana ha traido consigo un alud de críticas periodísticas. Jamás se había escrito tanto sobre la FCF y, más particularmente, sobre los 'amores' y 'desamores' internos de la FCF. Está bien lo mismo que me parece muy bien quien va por ahí 'repartiendo' carnets de catalanidad. Allá cada cual, insisto, lo que ya no me parece también, y lo digo como medio de comunicación, es que las vísceras nos impiden ver mas allá.
La llegada de Campoy trajo consigo reuniones con todos los empleados del club, bueno, casi con todos: el ex dircom, el ex irresponsable de medios de comunicación comunicó su baja cinco después de no acudir a vérselas con Campoy y aún no ha aparecido. Mejórate, dircom, aunque Bernat Bafaluy lo hará mejor que tú y con menos ínfulas. Otra cita que no se pudo llevar a cabo fue con el gerente de la Fundació, Albert Navas, pero apareció este lunes. ¡Bien! ¡Ya está bueno! De esa manera podrá facilitar todos los datos que se precisen a los auditores, censores e inspectores fiscales.
Ánimo, al loro, a descubrir el pastel y a sonrojar a quien corresponda.