Resulta muy enternecedora la imagen del president de la Generalitat de Catalunya, José Montilla, y la del joven presidente de la Federació Catalana, Jordi Roche, el pasado lunes. Hablaron de muchas cosas, seguro que interesantes para nuestro fútbol dado que Montilla siempre ha sido un ¿amante? -nadie está obligado a ello- del balón redondo. Seguro que en la reunión entre Montilla y Roche, el joven Jordi le preguntaría si en el Parlament pasa lo mismo que en las Asambleas del fútbol catalán donde sus directivos se duermen, a pares, porque fueron dos.
Uno, el tonto más tonto de todos los tontos, ahora con recaídas preocupantes. Paul Buscail, el director general de la Federació, estaba rodeado el pasado sábado pero no se enteró de nada. Tenía mucha faena, es lógico. Como la tiene el 'nostre president' Montilla, a quien seguro que Roche informó sobre la renuncia de 'su' Cornellà del alma a disputar la Copa Catalunya 2006-2007, una Copa que no interesa a nadie, ni al club de su ciudad, y a la que todos los clubs de Catalunya -menos Barça, Espanyol y Nàstic- se tendrían que negar a jugar por la discriminación que sufren. ¿Sabe Montilla, ex alcalde de Cornellá, que su equipo de siempre se negó a jugar esa competición? ¿Sabe que uno de sus directivos ha sido sancionado por insultar a los árbitros? ¿Sabe Montilla que su 'director deportivo', directivo de la FCF, no aparece por la sede de la calle Sicilia, ni fue a la Asamblea y Roche no se atreve a echarle?
Una curiosidad más: dice la página web de la FCF que en la cita del pasado lunes le pidieron a Montilla "poder disposar de més recursos econòmics per tal d’afrontar, amb més garanties, els reptes del Futbol Català" aunque el 'nostre president' Montilla ya sabe que lo único que sobra en la Federació es el dinero. Lo que hace falta es saber emplearlo y no precisamente en callar bocas, perdón, bocazas oficiales.